La miopía del elitismo político

Por Mateo Izquierdo

Al día del cierre de inscripciones de organizaciones políticas y sociales para la campaña por la Consulta Popular del 4 de febrero, 56 organizaciones se habían registrado en el Consejo Nacional Electoral. De ellas, 2 eran por el NO. Por simple deducción, el 99% pastel del Fondo de Promoción Electoral se repartirá entre aquellas organizaciones que apoyan el SI. La supuesta tregua de la derecha retardataria y la oposición tradicional ha terminado, pues se percibe un incremento, cauteloso, de ataques provenientes de los voceros y generadores de opinión pública preferidos. Mientras la implosión de Alianza País se extiende, los grupos de interés, gremios y titiriteros pierden la paciencia debido a que la iniciativa del Diálogo Nacional no ha proveído todas las prebendas que exigían. Así vemos también que incrementan las medidas de presión y, de forma implícita, la amenaza de desestabilización en caso de no cumplir.

En efecto, la oposición tradicional ha exigido que se implemente al pie de la letra la propuesta de gobierno que perdió en las elecciones pasadas. Lenin Moreno no tiene porque hacerlo, no existe tal mandato popular para aquello. La oposición también le ha cargado a la Consulta Popular de un simbolismo inherente con el que supuestamente el país se logrará librar de los últimos vestigios del Correismo y se logre “descorreizar” a las entidades de control y el Estado. Como si eso fuese lo que exige la ciudadanía, y como si eso fuese a lograr el SI en la Consulta. Aquellos que sueñan con que Moreno implemente el cambio estructural que ellos exigen desconocen profundamente la realidad política nacional y, además, se rehúsan a admitir su derrota de abril. Esa misma oposición tradicional está bajo la impresión de que el capital político que ofrece de forma condicionada es fundamental para el sostenimiento del gobierno de Moreno y que además puede quitársela en el momento menos pensado.

El Presidente Moreno en repetidas ocasiones ha declarado que su intención es “recuperar la esencia de Montecristi” y “retornar a los orígenes”, objetivo loable pero que de ninguna forma representa lo que la oposición ha supuesto debe ser una ruptura absoluta con el modelo de la Revolución Ciudadana. Muchos epítetos y descalificaciones se han lanzado de todos lados con respecto a la dirección que ha asumido el gobierno pero la oposición es la única se ha colgado de una falsa ilusión de que aquí mandan ellos y su modelo se impondrá. En ese sentido, la Consulta no resolverá las grandes reivindicaciones que plantean la prensa, la derecha empresarial, la clase política tradicional (partidocracia) y los justicieros aventurados como son los abuelitos anticorrupción. De cualquier forma, puedo adelantar que el titular del diario El Comercio del día después de la Consulta será: “Ganó la Democracia, perdió el Correismo” pues por ahí va la matriz discursiva tan pedestre que nos quisieran hacer comer, como si eso fuera lo que está en juego.

La victoria del SI en la Consulta Popular parece estar garantizada. Sin embargo, hay algo que decir sobre las organizaciones políticas y sociales que tan entusiastamente se han subido a la camioneta y sus expectativas.  También hay mucho que decir sobre la real representatividad puedan tener muchas de aquellas organizaciones que sin duda se atribuirán responsabilidad por la victoria y la utilizarán como plataforma electoral. ¿Sinceramente alguien cree que Unidad Popular, AVANZA, Madera de Guerrero, CREO, SUMA, Izquierda Democrática, Pachakutik y otros advenedizos cuentan con apoyo popular de alcance nacional? Me permito dudar de su alcance particular dentro del electorado y su representación. En esta ocasión se juntan porque el objetivo (imaginario) coincide. Sin embargo, es perfectamente conocido que solas esas organizaciones no tienen trascendencia nacional, una militancia orgánica o una base social de apoyo. Son organizaciones que en las elecciones pasadas ni siquiera llegaban al 2% de la votación, otras estarían por desaparecer precisamente por no lograr victorias en elecciones consecutivas. 

Los resultados de la Consulta no satisfarán las expectativas ficticias que estos grupúsculos han generado alrededor de la misma, en su mente o en la opinión pública. Tampoco saciarán su hambre por revancha pues cada día se ve a algún portavoz del banquero salivando ante las cámaras por la posibilidad de castigar sin piedad a todo quien haya participado del gobierno anterior o se asemeje a lo que ellos han denominado despectivamente “borrego verdeflex”.

La dura realidad es que la polarización no ha disminuido significativamente pues lo que la oposición llama tregua, otros vemos como un acto hipócrita de posponer la arremetida eminente hasta después de que el gobierno cumpla lo que “exigimos”. Eso en otros términos, es gobernanza a revolver. Es gobernabilidad secuestrada y no representa de ninguna manera el sentir ciudadano y mucho menos un giro hacía la estabilización política que tanto mencionan.


La miopía de la oposición está precisamente en ese sentido de superioridad moral y ética como si la ciudadanía hubiera olvidado su paso por el poder. La miopía está también en no medir el pulso político de la ciudadanía, la apatía de la coyuntura, el desgaste para toda la clase política que representó la campaña presidencial, una campaña excesivamente violenta y sucia. La miopía yace también en las expectativas de capitalizar políticamente de logros que no son suyos. Un ejemplo de esto lo presenciamos la semana pasada cuando el ex candidato presidencial Guillermo Lasso y Abdalá Bucaram, dos perfectos especímenes de la hipocresía política, intentaron atribuirse las salidas de Iván Espinel, Richard Espinoza y Eduardo Mangas del gabinete, como si fuera un logro suyo. Este hecho demuestra el canibalismo voraz que existe entre actores de la oposición, pero también la ambición desmedida e irracional que tienen ciertos actores que luego de 11 años (sino más) de estar fuera del poder, sueñan con obtenerlo nuevamente. La victoria del SI será una victoria pírrica que de cualquier forma garantizará algo de gobernabilidad al gobierno por ser el que convocó la Consulta. Sin embargo, los Lasso y Bucaram de la fauna politiquera también intentarán apropiarse de la victoria pero con exigencias aún más radicales para el gobierno. Todo con la intención de deslegitimarlo ante la opinión pública y en preparación para la campaña por las elecciones seccionales de febrero de 2019.  Si algo de deliberación y raciocinio ha adquirido nuestra polis, no permitirá pues que estos energúmenos del pasado se metan por la tranquera.    
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